Todas las psicopatologías surgen de mecanismos de defensa normales que tiene la personalidad.

El miedo nos permite reconocer un peligro y desencadena conductas de protección como ser: evitar, huir o atacar.

Existen miedos innatos que han permanecido en la especie para protegernos, como por ejemplo el miedo a las serpientes, aunque nunca se hubiera estado cerca de alguna de ellas.

Algunas personas sienten un miedo exagerado ante objetos o situaciones que no entrañan ningún peligro real o potencial.

De acuerdo a lo que genera el miedo se encuentran diferentes tipos de fobias: zoofobias (miedo a algún tipo de animales), agorafobias (miedo a los espacios abiertos), claustrofobias ( miedo al encontrarse en espacios cerrados), fobias sociales ( miedo a relacionarse con otras personas).

Cualquier objeto o situación puede transformarse en “fobígenas” y cuando se presentan aparece una intensa sensación de miedo, e incluso ataques de pánico.

Las personas que padecen estos síntomas van generando conductas que van limitando su vida diaria.

Van evitando toda situación que les recuerde la situación temida y van aislándose hasta llegar al punto de quedar recluidos dentro de su propio domicilio y necesitando, muchas veces, a personas que le acompañen dentro y/o fuera de su casa.

Dependiendo del grado de intensidad de los síntomas el tratamiento puede ser sólo psicológico o necesitar complementar el tratamiento con psicofármacos.