A ninguno nos queda ninguna duda de que el 2020 fue un año singular, diferente a todos los que antes hemos vivido.

Sigue siendo un año “crítico” y sabemos que de las crisis surgen nuevas oportunidades si nos atrevemos a trabajar en ellas.

Luego de una crisis nada sigue igual.

La incertidumbre, la inestabilidad , la falta de certezas, las limitaciones, hicieron aflorar los conflictos que estaban dormidos o acechándonos desde dentro mientras estábamos distraídos buscando satisfacciones sustitutas en el afuera.

Para ser concientes de lo qué ha cambiado en nuestras vidas, es conveniente respondernos a las siguientes preguntas

  • ¿Qué se rompió?

Pueden ser estructuras, creencias, formas de relacionarnos, forma de vernos o de ver a los demás.

Cuando caen estructuras que nos han sostenido desde siempre, surgen miedos, tristezas, inseguridades. Especialmente cuando nuestro sostén está afirmado por formas externas.

Síntomas que parecían haber desaparecido aparecen nuevamente, conflictos en las relaciones que hasta ahora habíamos tolerado se han vuelto insostenibles, estabilidades laborales y económicas trabajadas a lo largo de nuestra vida caen.

  • ¿Qué es lo que la vida nos quitó?

Muchos hemos sentido que, sin haberlo deseado o pedido  nos hemos quedado sin algo que creíamos indispensable.

Es muy doloroso, las lecciones de la vida lo son, nos muestran cuáles son sus leyes. Nos dan un golpe a nuestra omnipotencia.

La muerte existe, la naturaleza no nos pertenece, sólo si cuidamos de ella, ella nos cuida.

Descubrimos que nuestra estabilidad emocional depende de lo que desde dentro nos sostiene, hemos trabajado en ello o hemos entregado nuestra responsabilidad a fuentes externas, a las posesiones, a exigencias para que los demás nos hagan nuestro trabajo.

  • ¿He descubierto hacia dónde quiero dirigir mi vida?

Las crisis nos enfrentan con la realidad de que las cosas ya no van a ser como vinieron siendo hasta ahora, la oportunidad está en encaminar la vida con un nuevo sentido centrado en quién soy yo ahora.

Tenemos la capacidad de conservar parte de las viejas estructuras, descartar las que ya no nos sirven más  y crear nuevas que nos faciliten el camino para crear la vida que nos representa.

  • ¿Qué peso nos hemos sacado de encima?

Muchas veces las situaciones externas nos hacen salir de la zona confortable. No porque este confort tenga que ver con lo bueno para nosotros sino porque es lo conocido, lo que siempre estuvimos haciendo.

Porque tienen que ver con mandatos familiares o sociales o porque nos creíamos incapaces de cambiar.

Cuando sacamos de nosotros lo que ya no nos sirve más, dejamos espacios para llenarlos con lo que sí nos representa.

Lo importante es descubrir si hemos conectado con nuestro Poder Personal, que es la capacidad que tenemos de trabajar en nuestro objetivo de vida, sabiendo que contamos con las herramientas necesarias para hacerlo.

2020 puede ser vivido como un año catastrófico o como un año que nos ayudó a ver lo que ya no funcionaba más para nosotros e iniciar una búsqueda activa de una vida que sea “Nuestra vida”, nuestra creación personal más importante.