¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?

CÓMO ESTOY ENFRENTANDO ESTA CRISIS

Estamos viviendo tiempos en los cuales los movimientos y las relaciones están limitadas, las rutinas necesariamente tienen que cambiar, hay pocas certezas frente a lo que nos preocupa.

Nos sentimos inmersos en una situación de cambios no elegidos, que vienen de fuera y que no tenemos control sobre ellos.

Estamos viviendo una CRISIS mantenida en el tiempo.

Sabemos que es importante tener “la moral alta” y confiar en que “todo va a salir bien”, pero notamos que detrás de este escudo de optimismo se van filtrando otro tipo de emociones.

También se ponen de manifiesto los funcionamientos psicológicos que hemos aprendido a utilizar frente a las situaciones, que percibimos amenazantes. Mecanismos,  que solemos utilizar para resolver los problemas o huir de ellos.

Entre ellos encontramos:

-Inquietud versus agresividad
-Alerta versus pánico
-Reflexión versus depresión
-Cuidado versus obsesión

La INQUIETUD nos permite estar alerta, es un mecanismo de defensa a través del cuál, observamos, sacamos conclusiones y actuamos. Respondemos luego de una evaluación previa, aprendemos sobre la situación y activamos nuestras capacidades. Vamos recuperando el equilibrio perdido.

La AGRESIVIDAD, en todas sus variantes, es una reacción frente al malestar.

Hay una descarga inmediata que genera cierta calma, pero el sistema emocional se vuelve a cargar y necesita nuevamente una descarga.

Es un funcionamiento carga-descarga que no tiene fin. El malestar continúa e incluso se agranda y genera nuevas fuentes de conflicto.

Para neutralizar este comportamiento es bueno utilizar el mecanismo del semáforo.

Rojo: detenerse y tomar conciencia de la situación
Amarillo: darse un tiempo de reflexión
Verde: responder, no reaccionar.

Cuando el estado de ALERTA no permite encontrar mecanismos psicológicos para calmarse se dispara el estado de alarma Se activa una gran sensación de inseguridad que puede producir miedo, ansiedad e incluso crisis de PÁNICO.

Miedo: es a algo externo y definido, que es vivido como una amenaza inminente, miedo al contagio, al desabastecimiento que produzca hambre, a quedarse sin dinero.

Ansiedad: es un estado interior de angustia indefinida y de un miedo que tampoco se puede definir. La calma puede ir dándose a través de un diálogo interior o con otras personas poniéndole palabras a ese miedo intenso y difuso.

Crisis de pánico: son estados de miedo muy intensos que se producen sin ninguna razón aparente. Suelen aparecer repentinamente acompañado con síntomas físicos como mareo, palpitaciones, ahogo, temblores…

Si la ansiedad continúa en el tiempo o va en aumento, o si se presentaran ataques de pánico se necesitará ayuda profesional.

Para poder REFLEXIONAR sobre lo que sentimos amenazante necesitamos darnos momentos de tranquilidad e introspección. Podremos así, encontrar soluciones creativas y aumentar nuestra autoestima y autoafirmación.

A veces frente al aislamiento obligatorio y a los sentimientos de impotencia, frustración y miedo, puede aparecer la sensación de “Yo no puedo más”, “Es mucho para mi”, “No quiero seguir viviendo así”.

Es una sensación de tristeza que puede ser pasajera, permanecer en el tiempo o ser una reactivación de depresiones anteriores.

Si este estado es pasajero y se logra salir adelante, ya sea recurriendo a relaciones interpersonales, actividades lúdicas y culturales, ejercicio físico, meditación, se puede considerar que entra dentro de lo normal.

Pero si este estado permanece en el tiempo, acompañado de un encierro sobre sí mismo, perdiendo interés en el mundo exterior, o se reactiva un estado depresivo anterior, es necesario ayuda profesional porque podemos estar ante una DEPRESIÓN clínica.

Sabemos que tenemos que tener cierto tipo de CUIDADOS para permanecer a salvo, pero cuando el miedo a enfermar se descontrola, la protección se incrementa, pudiendose llegar a la OBSESIÓN.

La diferencia entre cuidarnos adecuadamente y obsesionarnos, tiene que ver con el tipo de temor que necesitamos controlar.

Si el temor tiene que ver con la realidad y contactamos con nuestra capacidad de confianza básica en nosotros y en el mundo, tendremos la certeza de que somos capaces de cuidar de nosotros mismos y de los demás. Tendremos claro cuando los cuidados son suficientes y nos tranquilizaremos.

La OBSESIÓN se caracteriza cuando no encontramos cuidados que nos tranquilicen, la amenaza desencadena la certeza que el peligro no se puede controlar, la angustia se incrementa y se pueden desencadenar estados de ansiedad, depresión o crisis de pánico. Se necesita, en estos casos apoyo profesional.

Las emociones no se controlan, se puede mirar hacia otro lado, pero aunque no seamos concientes, ellas están actuando desde nuestro interior.

En una situación de CRISIS las emociones se agolpan porque hay muchos frentes nuevos que necesitan de nuestra atención.

Las emociones nos posibilitan conocernos más y encontrar nuevos recursos para adaptarnos a las nuevas realidades.

TODA CRISIS ES UNA OPORTUNIDAD PARA CRECER Y EVOLUCIONAR